Después del lamentable cierre del año pasado de la Fiesta de la Vendimia, llega el momento de comenzar a preparar la próxima y, como siempre, se genera un tira y afloje de intereses - incluso político - para acercarse al premio mayor.
Un ingrediente mas hoy es la aseveración de National Geographic de que esta es la segunda fiesta en importancia en el mundo. Todavía esta responsabilidad es de la Secretaría de Cultura, pero una de las discusiones de ahora se genera con la idea de que la celebración tenga un presupuesto aparte, lanzada por un candidato político. Muchos ven en la propuesta una intención de privatizarla, rechazada enfáticamente por quien la realizó. Pero la idea - según su mentor - es "tener un presupuesto “separado y diferenciado” del de la Secretaría de Cultura, para que no absorba todos los recursos de esta última y así poder contar con más dinero para ayudar a los hacedores y fomentar otras actividades culturales".
En realidad, un criterio realista tal vez, sugeriría pasar la organización, costos y beneficios, a quienes realmente aportan la creación y el trabajo para esta realidad de la vitivinicultura mendocina: los agricultores y los bodegueros. Ellos sí sabrían de dónde sacar fondos para el evento: los proveedores de esa gran industria, los hoteles que le sacan buen jugo a las visitas, los medios de transporte, el mismo Estado que nutre su faltriquera con impuestos provenientes de esta actividad, y muchas otros rubros que cada año también festejan "su" propia vendimia bajo el paraguas del trabajo realizado hasta llegar a esta Vendimia. Y quedarían ganancias para ayudar y además, fomentar el consumo de vino, lo que - como en un círculo virtuoso - multiplicaría los beneficios de la actividad para todos los sectores.Y de paso se le dejaría al Estado las manos libres para que maneje su presupuesto de Cultura como estime justo y necesario. Es cierto, es una utopía, pero que bien hace reflexionar sobre este tema.
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