viernes, 4 de noviembre de 2011

Las Diferencias entre un Malbec y un Malbec



 


Imaginemos un mundo en que todas las mujeres fueren iguales (o todos los hombres, o todos los que sea, esto es sólo a modo de ejemplo). Exactamente iguales. Todas son como una y esa una es igual a todas. Cuál? La que a Ud. más le guste, su mujer ideal por decir de alguna forma. El bombonazo 11 puntos que siempre le resultó inalcanzable. 
Las Silvina Luna de este mundo, o Pamela David, Silvia Saint, Keyra Knightley, Ornella Muti, Isabel Sarli. Quien Ud. quiera, pero siempre respetando la condición de que sean todas iguales. 

Aburrido, muy aburrido. Tanto que el sólo pensarlo atemoriza. Broncas, celos, trampas, pasiones, juegos, desengaños, mentiras, verdades, amor, lujuria, pasión, sufrimientos, odios, alegrías y un largo etc. perderían sentido. Porque en la variedad está el gusto. El mismo ejemplo se podría aplicar a otros placeres. Se imagina comiendo toda su vida milanesas con papas fritas? 

Esto mismo pasa con el vino y por eso ninguno es igual a otro. El disfrute inteligente de todo amante de esta milenaria bebida pasa justamente por conocer, percibir, reconocer y destacar las diferencias que marcan la personalidad de cada vino. Esto obviamente sin olvidar sus placeres implícitos que van más allá de esta dimensión sensorial; lo que llamamos dimensión placentera y que se refiere más al contexto que acompaña al vino y a la capacidad de éste de modificarlo. Para facilitar la comprensión, es mejor ejemplificar: 

1. Dimensión sensorial: este vino es más corpulento y complejo que aquel otro, sin embargo este es más frutado, más fresco e incluso más equilibrado. Las diferencias del vino, motor generador de lo que se conoce como “la cultura del vino”.
2. Dimensión placentera: el placer de beber y compartir un buen vino, el disfrute de sus efectos. Imagine una cena romántica o una sobremesa con amigos, con y sin vino. El vino reúne, invita a compartir, relaja, suaviza, sincera, alegra, suelta la lengua y varias cosas más. El vino en la cultura, por los siglos de los siglos. 

Pero ambas dimensiones se conjugan en una sola cosa, compleja, pero una sola al fin; la que descansa en mi copa mientras escribo. Y antes de entrar de lleno en el camino de la cultura del vino, una verdad más que precisa conocer: el conocimiento refuerza y potencia el placer, la dimensión sensorial realza la placentera. 


El vino está de moda 
Eso dicen muchos por ahí. Quizás o quizás no. Personalmente acepto la frase si se refiere al hecho de que el vino y su mundo están cada vez más presentes en nuestras vidas, a través de su dimensión placentera, cultural o simplemente social. No estoy de acuerdo si el significado de moda implica un fenómeno pasajero. Opiniones personales de lado, lo importante de esto es que la cultura del vino se está convirtiendo en un “must” en ciertos estratos sociales. Con amigos, en eventos, presentaciones, comidas de placer o negocios el vino se ha ganado un merecido lugar como protagonista. 

Tenemos entonces dos motivos impulsores importantes para comenzar a recorrer este camino de la cultura del vino: el vino tiene mucho para decirnos y nosotros tenemos mucho para decir de él. 

El correcto acercamiento al vino es una experiencia muy agradable y placentera, aunque podemos encontrar escollos en el camino. El primero es no saber por donde empezar, el segundo es que nadie nos enseña el camino. A esto se suman: lenguaje demasiado técnico, notas sobre el tema, pero descolgadas y sin un hilo conductor, temas tratados por arriba, otros en lo que se profundiza demasiado, etc. En conjunto se convierten en frustraciones para los aficionados ávidos de aprender. 

Entonces aprovechemos este espacio para empezar por el principio, para dar el primer paso antes que el segundo. Para quienes realmente sienten curiosidad y desean aprender, podrán disfrutar de una serie de notas que llegarán a ser para Ud. una suerte de curso sobre vinos. Y para aquellos que ya saben algo, será útil para reafirmar conceptos y responder a interrogantes todavía no resueltos. Siempre en un lenguaje cálido, ameno y hasta divertido. 


El primer paso 
¿Qué más debo saber además que de Cabernet Sauvignon es una uva tinta, Chardonnay una blanca y Borgoña no es una uva sino una región francesa? Mucho, pero mucho más. ¿Pero por dónde empezamos? Por despertarnos. Porque lo primero que necesitamos para aprender es prestar atención. 

Vayamos a un hecho cotidiano que cualquiera ha percibido en algún momento aunque fuera de manera inconsciente y quizás nunca intentó explicar: las diferencias entre un Malbec y un Malbec. Para que Ud. entienda fácilmente de que estoy hablando, valga un ejemplo concreto. Vaya corriendo a comprar, mientras yo termino de escribir, dos botellas: una de Trapiche Malbec y otra de Trapiche Malbec Roble (precio más del doble que la anterior). Quédese tranquilo que yo lo espero. Ah, si ahora no puede, no importa, pero le pido que en algún momento viva la experiencia. 

Y que tenemos: dos vinos muy diferentes. ¿Y con eso que? Simplemente que son de la misma zona, la misma uva, la misma bodega y elaborados por el mismo enólogo. Y repito, son muy diferentes. El primero tiene un color más claro, aroma fresco predominantemente frutal y en boca es suave, liviano, “de trago fácil”. El segundo, en cambio, presenta un color más cerrado, más oscuro, con aromas más “tibios” y complejos, donde la fruta se siente pero aparecen otras notas destacadas y en boca es definitivamente diferente, tiene otro gusto, mucho más corpulento, más poderoso, más fuerte. Recuerde que ambos son Malbec, misma zona, misma bodega, mismo enólogo. 

Que me dice ahora si le cuento que con esa misma uva yo podría hacerle probar un rosado y hasta un blanco. Un Malbec blanco? Si señor, se puede hacer y si Ud. tiene algunos años es probable que lo haya tomado alguna vez sin saber. Pero esa es una historia larga que en algún momento le contaré. 

Volvamos; tenemos un hecho irrefutable: ambos Malbec (sólo tomado como ejemplo, vale para cualquier variedad o bodega)) son diferentes. Podemos solamente quedarnos con eso y no aprenderemos nada más; o tenemos la opción de preguntarnos a qué se deben esas diferencias. Entonces nos encontraremos con una importante serie de factores a investigar, y con la explicación de uno aparecerá otro y así, habremos comenzado a transitar el camino de la cultura del vino. 

Pero para no dejar tantas incógnitas, los dos vinos que utilicé como ejemplo son diferentes porque responden a distintos estilos, la bodega los elaboró con métodos individuales porque deben satisfacer necesidades diferentes. El primero (Trapiche Malbec) es un tinto liviano o joven, el segundo (Trapiche Malbec Roble) es un tinto con cuerpo y buen potencial de guarda. 

Reconocer estas diferencias, además de ser el primer paso en este camino de conocimiento, tiene una aplicación muy útil. Por regla general, todo buen amante del vino disfruta también de la buena cocina e irremediablemente se plantea en algún momento la correcta unión o maridaje entre el vino y la comida. Cuando empezamos a investigar al respecto, surgen algunas recetas magistrales que pretenden unir ciertas comidas con vinos varietales. Algo así como: para una pasta liviana nada como un buen Malbec. Planteado así es un error. ¿Cuál Malbec? El liviano y frutado o el corpulento y más complejo. Otra vez los estilos del vino. Porque le aseguro que si el matrimonio perfecto de la pasta liviana es un Malbec liviano, equilibrado y de trago fácil, lo reemplazaré mejor con un Cabernet del mismo estilo que con un Malbec corpulento y astringente. 

Ya hemos dado el primer paso, tenemos pocas certezas y muchas incógnitas, que poco a poco iremos develando. En la próxima nota, analizaremos los estilos del vino, que le ayudará a entender mejor lo que Ud. todo el tiempo percibe en su boca de manera inconsciente. Hasta la próxima. 

Fuente: http://www.psicofxp.com/forums/articulos-de-gastronomia-y-bebidas.531/385936-las-diferencias-entre-malbec-y-malbec.html

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