El consumo moderado de vino y su efecto beneficioso en la salud es una frase posiblemente muy repetida, ya que está avalada por los múltiples estudios realizados por los más prestigiosos médicos y expertos nutricionistas internacionales.
Cada día existen más evidencias que corroboran los estudios anteriores y se da un paso más. Se puede afirmar que el consumo moderado de vino ya no sólo es beneficioso para prevenir enfermedades de tipo coronario sino de tipo cancerígeno, diabetes o, incluso, de Alzheimer.
Lo más importante se centra en el consumo moderado de vino y una dieta equilibrada, sea en forma de vinotinto o blanco (30 gramos de alcohol por día o su equivalente habitual en volumen), es aconsejable siempre que no existan contradicciones de ningún tipo para ello.
Al poseer alcohol etílico el vino posee efectos psicoactivos: en dosis muy moderadas incrementa el apetito y provoca un cierto grado de desinhibición al ser ansiolítico, esta característica ansiolítica explica que, siempre en dosis bajas, sea hipnoinductor (favorezca al sueño) y sea tranquilizante, empero, como otros psicoactivos, las dosis elevadas (y se puede hablar de dosis elevadas cuando se superan los dos vasos) producen evidentes signos de intoxicación, siendo un depresor de la actividad cerebral, en tales casos las dosis elevadas pueden producir insomnio o, a la inversa, el dormir profundo del embriagado, las dosis elevadas también provocan una baja de la libido.
Sin embargo de los riesgos en dosis elevadas, el consumo moderado de vino favorece al sistema circulatorio (inhibe la formación de trombos) y, especialmente al corazón merced a la presencia de polifenoles como el resveratrol disminuyendo el llamado colesterol malo (LDL) e incrementando el HDL colesterol; el vino tinto por otra parte debe su color a la presencia de las atocianinas substancias antioxidantes que se encuentran también en las uvas obscuras.
La seguridad en el consumo del vino tuvo su primera demostración en Francia, en el año 1992, gracias al estudio de Serge Rénaud, "La paradoxe française". Bajo este título se pone de manifiesto, con ejemplos, como un país con riesgo cardiovascular similar al de otros países desarrollados tiene una incidencia de enfermedades cardiovasculares inferior a ellos.
El profesor Renaud llegó a la conclusión que el consumo moderado de vino reduce en un 20% el riesgo de cáncer, infarto de miocardio o accidentes vasculares cerebrales después de realizar un largo estudio durante 20 años, analizando la evolución de la salud de 34.000 personas con edades entre 40 y 60 años.
No nos hemos de sentir culpables por acompañar nuestras comidas con vino. Hablamos siempre de un consumo moderado. Es un elemento más de nuestra tradicional dieta, de nuestra alimentación. Hemos de enseñar a los jóvenes a saber apreciar este producto de la tierra y despertar los sentidos que la gastronomía nos puede aportar. Saber beber se convierte en un placer más de la vida.
Para más información consulta la web de la Fundación para la Investigación del Vino y Nutrición: www.fivin.org
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lunes, 7 de noviembre de 2011
Vinos y Salud
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